sobre mi

Filosofía de vida y creación

Para mí, pintar es una forma de vivir. Me ayuda a mantenerme abierta, presente y honesta —con la vida y conmigo misma. Con el tiempo, he comprendido que la paz no depende de lo que sucede, sino de cómo elegimos mirar y responder a lo que sucede. Ese cambio de perspectiva — de la resistencia a la aceptación — es lo que sostiene mi proceso creativo.

Pinto para abrazar lo que ES. Para decir sí a lo espontáneo, a lo imperfecto, a lo no planeado. He llegado a creer que eso que llamamos “imperfección” es, muchas veces, justo lo que se necesita —que no hay errores reales, ni en la pintura ni en la vida, cuando estamos presentes, en aceptación, y abiertos al amor. Lo que aparece puede ser inesperado, pero siempre tiene sentido si estamos dispuestos a recibirlo.

Proceso creativo

Mi proceso es lúdico e intuitivo. Pinto en el suelo, mezclo los colores en el momento, dejo que las manos me guíen. Me encanta ensuciarme, dejarme sorprender. Es un regreso a la infancia: curiosa, libre, sin miedo.  

Pintar se ha convertido en un espacio de liberación, de suavidad, de recordar cómo vivir sin temor a hacerlo “mal”. Es una forma de reconectar con una manera de estar más alegre, relajada —una que solemos olvidar con la madurez, pero que el arte devuelve a la vida. 

El color y la curiosidad

 El color es uno de los elementos más distintivos de mi obra. Me atraen especialmente los tonos vibrantes y emocionales —rosas, corales, azules— que expresan tanto fuerza como sensibilidad. Estos colores no son solo decisiones estéticas; son un lenguaje. Hablan de autenticidad, libertad, emoción y presencia. Ayudan a crear un espacio que se siente vivo pero sereno —un lugar donde ser uno mismo es posible y donde el espectador puede sentirse en casa.

Lo que me guía, siempre, es la curiosidad. Soy profundamente observadora. Me hago preguntas sobre la vida, la felicidad, el vínculo, el amor… Intento explorar no solo lo que vemos, sino lo que sentimos y muchas veces no sabemos decir.

Espero que mi trabajo te invite a entrar también en ese espacio de curiosidad, asombro y permiso. Para sentir que todo es posible, ver la belleza silenciosa en lo sutil, en el ahora, y despierte en ti una sensación de libertad, juego y el coraje de ser tú mismo, sin pedir permiso.